lunes, 24 de octubre de 2011

Segunda entrada.

Día 4. Madrugada del lunes 24 al martes 25 de Octubre. 22:34 horas.

BREMEN, Alemania.

BSO: Closing time (Semisonic)


Buenas noches (por tierras germanas vendrían a ser buenas madrugadas). Cómo comenzar esta segunda parte? Bien, veamos, tenemos noticias variopintas para poder empezar, pero escogeré la más simple y que, a su vez, mayor complejidad ha supuesto a la hora de conseguir: Habemus Handy!! Así es seguidores de este vuestro blog de historias terminables. Después de más de un fin de semana aquí, y tras una exhaustiva e inagotable búsqueda a través de todas las compañías disponibles en el pueblo de Bremen (Samuel el profeta se encargó anteriormente de realizar y sondear dicha búsqueda), hemos conseguido hacernos con uno de los servicios de telefonía disponibles de este país. Somos BLUE!!!! (a excepción de Lurdes y Sara que se separaron de la corriente y alternaron con Bild; pagarán las consecuencias!).

Y es que el día de hoy no ha sido fácil por mucho que algunos quieran verlo de esa manera: comenzamos la sesión de manera pastosa, espesa, muy pero que muy difícil para tragar. A cualquiera, en España, ese querido país que hemos dejado atrás porque él mismo nos dejó fuera de juego, le molesta, irrita, cabrea, enfada, enerva, revienta rellenar papeles para el PARO, es tarea no dificultosa pero si muy pero que muy pesada. Pues bien, si al hecho de rellenar las papeletas en España le sumamos que el enunciado de las preguntas está en alemán… cómo se nos queda el cuerpo? Sí, imaginad eso, oh queridos lectores/followers, con esa masa de palabras sacadas de todavía no se sabe qué origen gramatical. Veinte personas, nueve de la mañana, un formulario multiplicado por 20, algún que otro diccionario (servidor no se hizo con los servicios del que dejó olvidado sin si quiera haber abierto en Segovia) y ninguna gana de buscar y escribir. Tan solo había una sonrisa: Eduardo estaba contento, feliz, rebosaba magia por sus mejillas, pues la felicidad que intentaba expulsar de su interior era tal que no conseguía escapar por esa esbozada sonrisa de su boca, que casi le deja la cara como la del gato de Alicia en su país de las maravillas. Él se encontraba en su salsa, cómo hacer de algo petardo un puro. Cómo conseguir trasmitir felicidad por todos los poros sudoríparos de su cuerpo sin que manchase a los demás. Olé ese Edu!

Gracias a Dios, aún no sabemos si por intervención divina o por qué exactamente, a Andreas le vino la inspiración. “Un café!” exclamó, a lo cual todas las miradas (excepto la de Edu, volcada en encontrar Mietvertrag y sus sucedáneos) se clavaron en su pronunciada pero homogénea calva y posteriormente a sus globos oculares cuales lechuzas en los dedos de Frank de la Jungla cuando intenta hacerse su amigo teniéndola atrapada. Sí! Conseguimos ese café, aunque si he de ser sincero, del tiempo que tuvimos en la cafetería, estuvimos esperando un 60% del mismo a que nos fuesen servidos. Cómo echamos de menos esas miradas lapidarias por parte de nuestras anteriores camareras en el Bon Apetit! Eso sí, unos cafés muy ricos ellos, Capuccinos si no me equivoco, con un aperitivo en forma de galleta hueca.

Pero de vuelta a la clase, tuvimos que lidiar con el hambre (algunos de los presentes optamos por desayunar –o redesayunar en el caso de unos pocos-) y con la presencia de una mujer encargada de la monitorización de la búsqueda de trabajo para todos nosotros. El caso es que, no sé los demás, pero un servidor cada vez está más convencido de que el alemán es para alemanes, y que no sabe exactamente qué es lo que está haciendo aquí: una misión imposible? Tal vez una experiencia olvidable? Quién sabe, pero estamos al pie del cañón. Y seguiremos!! (hasta el 15 de diciembre como poco, claro).

El caso es que salimos de la clase en estampida, arramplábamos con las barandillas, los habitantes o bewohners del edificio se asustaban, no sabían si habían vuelto al prehistórico o tan sólo se trataba de un corrimiento de tierras que dio como origen un pequeño temblor… Éramos el terror de la germanidad. Veinte pares de piernas al trote en busca de una salida urgente del edificio. Y esa salida se encontraba tres pisos más abajo. Un interesante descenso.

Y tras el descenso… dos misiones! Teléfono y comida, aunque no por ese orden. De aquí poco podré relatar puesto que servidor decidió comer aislado del mundo en la esquina de la plaza de Doomsheide, mientras que el resto del grupo lo hizo a unos veinte metros del mismo, en otro establecimiento. Durante mi visita al McDonals, pude comprobar mi teoría acerca de Alemania y las telarañas: el gobierno, con ayuda de Inspectores de infraestructuras arácnidas, subvenciona a todo aquel establecimiento que solicite dicha ayuda por el mantenimiento y cuidado por parte del personal de limpieza con las telas de araña. Si bien es cierto, cuanta mayor tela de araña (en cantidad y en mesura) menor número de insectos voladores, puesto que la misma red les atrapa, dejando inútil su intento por escapar, y, también tengo que citarlo, si dichas telas de araña se encuentran entre la parte de debajo de la barandilla y las escaleras, ello también evita que la porquería que los pies arrastran y transportan en sus suelas caiga despedida en dirección a aquellos que se sientan bajo dichos escalones. Hoy lo comprobé, y, en cierta parte, a pesar de que a mí la rama arácnida de los insectos no es mi mayor placer (qué coño, veo cualquier insecto y pongo pies en polvorosa), he de reconocer el mérito de su buen funcionamiento.

Tras haber comido, el grupo se dirigió raudo hacia los establecimientos de tiendas de teléfono donde poder comparar ofertas, pero, tras intentos fallidos de dicha comprobación, y como bien dice nuestro refranero castellano, “cuando el grajo vuela alto… patada en los cojones”, por lo que nos dirigimos a la tienda “BASE”, donde compramos 8 tarjetas de la compañía BLUE que cité al principio. Pero, oh casualidad! Adivinen ustedes a quién no le funcionó el registro vía internet!! Sí, tan sólo a mí. Me debieron de ver con cara de cantamañanas, o tal vez de pintamonas, y dijeron “vamos a dar por donde amargan los pepinos a este capullo floril que se acerca por aquí esta mañana, que aunque el registro vía internet no sea necesario, que se sienta cual plasta de vaca recién echada…”. Pues sí, así me sentí yo, y más cuando, usando un rico y variado léxico anglosajón, intentaba explicarle al dependiente de la tienda BASE lo que pasaba y él me contestaba con evasivas intentando dejarme apartado. Finalmente, conseguí que me activase una tarifa especial, pero no, no me registré por la red.

Por lo demás no hay gran cosa que contar. Llegué a casa a eso de las siete y media, y mi casero, que me esperaba desde las cuatro y media, muy amablemente (cómo le admiro) me entregó lo que, a partir del día de hoy, se convertiría en uno de mis mejores amigos de aquí: el cable LAN para poder conectarme a internet! Así es. Lo malo? (siempre hay algo malo, ya sabéis) que dicho cable no mide más de dos metros, y teniendo en cuenta que él vive en la planta de abajo y yo en la de arriba… necesitaré algo más que esos dos metros para poder estar tranquilamente como me encuentro ahora en mi Zimmer escribiendo y a la vez conectado. Por lo tanto, mañana, en mi vuelta a casa, me pasaré por “REAL”, marca líder de supermercados de Alemania con precios bajos para competir de manera sana y natural con el resto de cadenas, para hacerme con dicho cable y otros pequeños recados, como embutido para pasado mañana para llevarme en plan sándwich a clase, o unas perchas para Sara, que me cuenta que se encuentra en un estado nefasto de doblez de ropa. Así como un ambientador para el armario, que con eso de que vivo con cuatro (finalmente son cuatro, no lo sabía) gatos, la casa tiene un “olor característico”.

Y qué es de Holger, os preguntaréis!. Pues he cenado con él esta noche. Me ha invitado. Tras dejarme conectarme en su casa (única manera viable hasta el momento para conseguir una conexión), me ha ofrecido un plato de lo que nosotros podríamos llamar lentejas, pero hechas con picante (lo cual, sin yo saberlo, y sumando el hecho de que estaban ardiendo, ha sido, como primera cucharada, algo… desagradable, a pesar de que amo el picante!), y durante la ingesta de las mismas, así como de fanta de limón (por mi parte, para saciar el efecto del exceso de picante introducido en mi boca así como de la elevada temperatura de la comida), hemos estado hablando (sí, en inglés) acerca de todo un poco: me ha comentado algo sobre el origen del Alemán, me ha explicado que sus gatos tardaron dos meses en reconocer a la anterior inquilina, me ha dejado “El Principito” (Der Kleine Prinz) en audiolibro y en libro propio, para que haga uso y oído, así como otras historias narradas en cd, y hemos hablado de su familia. Me he arriesgado, pero gracias a Dios, erraba en la suposición. Sí, amigos seguidores de telenovelas: parece ser que tuvo una novia, que no mujer, con la cual, parece ser, tuvo, si no uno, dos hijos. Ella se separó de él hace ya tiempo, y la niña, que parece adorarle, pinta siempre que pasa un tiempo con él en esta casa, para que nunca la olvide. Ella tuvo la idea de hacer dibujos para los que, en su momento, como yo, fuésemos a alquilar esta casa. De tal palo tal astilla.

Igualmente me ha comentado que parece haber algún enfrentamiento entre su abuela paterna y su madre, puesto que, a su entender, la madre (de él) le robó el hijo (de la abuela) a la Oma. Por lo tanto, por parte de padres, separación. Posteriormente, tiene dos hermanas, una pequeña y otra mayor. Una de ellas vive en Hannover, y la otra no lo sé. Pero me cuenta que siempre que se acercan fiestas de ámbito familiar, estilo Navidad, la familia se une. La abuela vive con su padre y, a su vez, con su tía, porque parece ser que la tía nunca se casó (según la versión oficial de la familia, trasmitida vía Holger, según la abuela, todo personaje que se acercaba a la tía de Holger no era bueno para ella…).

Y ahora, a eso de las 11 y media de la noche, aquí estoy, en mi cuarto, redactando este informe/narración/descripción de los hechos. Creo que poco más tengo que contar por ahora, así que, esperando que consiga dormir (esta tos no me va a dejar, llevo saboreando la sangre unas cuantas horas ya) deseo a todos un dulce sueño y que mañana no cueste levantarse.

Os dejo, con la siguiente estrofa de esa poesía que cuelga en la puerta de mi cuarto:

Liebe ist

Liebe ist mehr als ein Traum

Der die Schönheit des andern sieht,

Liebe gibt allem Raum,

auch der Nacht, der das Glüch entflieht.

Hágase, pues, la oscuridad...

Fin de la segunda entrada. 23:27 horas.

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